De la Edad Media al final del Antiguo Régimen

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Época visigótica
Hundido el poder imperial romano, los visigodos, antiguos federados de Roma, avanzaron sobre la región, provocando un vacío de poder que los hispanorromanos intentaron evitar poniéndose en manos de Bizancio, en la llamada provincia de Spania. Esto provocó luchas que se alargaron durante todo el siglo VI.29 30 De época visigoda son muy escasas las fuentes de estudio, creyéndose que la región era relativamente poco importante en el contexto del sur de la península. Es probable que se siguiesen explotando las minas, aunque en menor medida.

Del periodo visigodo proceden los primeros datos continuados sobre la cristianización de la zona, con la diócesis de Elepla (Niebla), cuya primera noticia data de 466.31 32 La lápida de la niña Domigratia de Almonte es del año 495. Se han encontrado otras inscripciones de aquella época en lugares tan separados como Almonaster la Real, Corteconcepción e Hinojales, un vasto territorio en el que se percibe que la labor de evangelización fue temprana e intensa. La necrópolis de la barriada de la Orden de Huelva, excavada por Mariano del Amo en la década de los años 1970, además de restos más antiguos, también contiene restos de época visigoda. El resultado de las excavaciones fue publicado en la revista Huelva Arqueológica.
Al-Ándalus
Al igual que en el resto de la península, los pobladores ofrecieron poca resistencia a la llegada de las primeras tropas procedentes de África. En el año 713 Niebla fue ocupada por los musulmanes, convirtiéndose en una de sus kuras o coras, jurisdicciones administrativas similares a las provincias.
Durante la época del emirato y del califato de Córdoba, los territorios de la provincia de Huelva estuvieron integrados total o parcialmente en las coras de Huelva, Niebla, Mértola, Badajoz y Sevilla. Con la caída del poder centralizado del califato, en 1031, estas provincias se convirtieron en Reinos de Taifas. La taifa de Huelva y la taifa de Niebla, junto con las otras nombradas, fueron absorbidas progresivamente por la taifa de Sevilla.
Posteriormente el territorio de la provincia fue sometido por los almorávides, con capital en Granada, desintegrado posteriormente en los segundos taifas, sometido al poder almohade con capital en Sevilla y, finalmente, antes de su conquista por los castellanos, volvió a formarse una taifa en torno a Niebla bajo Ibn Mahfot,33 extendiendo sus dominios a gran parte del Algarve portugués.
Conquista cristiana
Las primeras incursiones de los reinos cristianos en la actual provincia de Huelva, se producen con la conquista del norte del territorio (Sierra de Aracena) por parte de Alfonso IX, monarca del Reino de León. Esa es la razón por la que en esa zona todavía pervivan palabras de la antigua lengua leonesa.34
Con el fin de continuar la reconquista, en el siglo XIII, después de la toma por Alfonso X el Sabio en 126235 de las ciudades de Niebla y Huelva, la actual provincia cobró importancia como territorio fronterizo con Portugal, sirviendo de freno a la política expansionista de este país y denominándose Banda Gallega a gran parte de esa frontera. Las numerosas fortificaciones construidas a modo de defensa evidencian la importancia estratégica de Huelva.
Un factor fundamental para la repoblación de la tierra reconquistada fue la feudalización de gran parte del territorio. En 1369 Enrique II de Castilla otorgó a Juan Alfonso Pérez de Guzmán, IV Señor de Sanlúcar, el Condado de Niebla por su fidelidad en la Primera Guerra Civil Castellana, el primer condado con jurisdicción territorial que se otorgó a un noble ajeno a la familia real.35 36 Asimismo, las villas de Huelva, Gibraleón, Palos de la Frontera, Moguer y Ayamonte también pasaron a manos de diversas casas nobiliarias. Las poblaciones del estuario del Tinto y el Odiel y una serie de bases científicas y técnicas desarrolladas en los últimos años del siglo XIV hicieron a esta provincia testigo y agente de un hecho trascendental para la historia de la humanidad: la llegada española a América.
Descubrimiento de América y Lugares colombinos
A finales del siglo XV se desarrolló la vocación marinera de sus gentes, sobre todo en Palos de la Frontera y en Moguer. En esta zona de la costa onubense se venía desarrollando una de las mayores actividades marítimas de la península, tanto pesqueras como mercantiles o militares. Los marinos de la costa onubense eran requeridos para diversas acciones. En la guerra peninsular entre el reino de Castilla y Portugal, las principales expediciones navales castellanas requirieron siempre la presencia de marinos, en su mayoría de Palos, pero también de Moguer o Huelva, expertos en las navegaciones atlánticas. Estos marinos habían establecido unas prósperas relaciones comerciales con la Europa mediterránea y noratlántica, basándose en la pesca y otros productos que obtenían en la zona de Guinea,37 por ello, gracias a sus actividades y logros en el Atlántico, lograron fama internacional:
…porque sólo los de Palos conocían de antiguo el mar de Guinea, como acostumbrados [estaban] desde el principio de la guerra a combatir con los portugueses y a quitarles los esclavos adquiridos a cambio de viles mercancías.
Alfonso de Palencia, Crónica de Enrique IV. Década III.
La marinería onubense necesitaba nuevos espacios al tener vetada África, a la que se realizaban expediciones ilegales,es por ello que la elección de este destino por parte de Colón para sus intenciones no resulte azarosa ni casual.
Hombres como Martín Alonso Pinzón, sus hermanos, Garcí Fernández, fray Juan Pérez o los hermanos Niño, resultaron claves en la empresa descubridora de 1492, ya que, gracias a su determinación y dotes náuticas, se consiguió llevar a término una empresa que a priori parecía ser de resultados inciertos y de muy difícil realización en aquella época.38
Cuando Colón llegó por primera vez a Palos en 1485, lo hizo al monasterio franciscano de La Rábida, donde encontró refugio y hospitalidad. Enseguida fray Juan Pérez y fray Antonio de Marchena se entusiasmaron con el proyecto del genovés. Colón encontró ayuda necesaria para abrir las puertas a su proyecto, tanto en la corona como entre los hombres de la región del Tinto y el Odiel. Martín Alonso Pinzón resultó ser el gran valedor de Colón entre la marinería de la zona, ya que hasta que él no decidió formar parte de la empresa no se consiguió enrolar a los hombres necesarios para el primer viaje colombino.38
Finalmente, con una tripulación de unos noventa hombres, el 3 de agosto de 1492 partió del puerto de Palos de la Frontera la primera expedición colombina, que llevó a varios onubenses a tierras americanas y realizó el encuentro de dos mundos, que hasta entonces habían permanecido aislados entre sí. Estos acontecimientos dieron fin a la Edad Media e introdujeron a España en la Edad Moderna.
En los siguientes viajes de Colón participaron nuevamente marineros de Huelva y, aunque ya el almirante partió siempre desde puertos gaditanos, hombres de esta tierra volvieron a participar en otros viajes destacados de descubrimiento y exploración en las tierras del Nuevo Mundo. Marinos onubenses como Pedro Alonso Niño, Vicente Yáñez Pinzón y Bartolomé Ruiz entre otros, resultaron protagonistas de los denominados viajes menores o andaluces, entre los destaca el descubrimiento del Brasil por parte de Vicente Yáñez Pinzón.39 40
Juan Rodríguez Mafra (o Juan Rodríguez de Huelva) participó como piloto -junto a otro onubense, Antonio Hernández Colmenero- de la Nao San Antonio en el viaje de la primera vuelta al mundo comandada inicialmente por Magallanes y que concluiría Juan Sebastián Elcano.41
La presencia humana engloba casi toda la costa, así de Cartaya aparecen nombres como Talafar, Vizcaino y Alonso Rodríguez en el primer viaje colombino,42 como que en la Segunda expedición colombina, donde marcharon también en la carabela La Niña el marinero cartayero Rodrigo Calafar, en la carabela San Juan Alonso Rodríguez y en la carabela Cardera Juan Vizcaíno43 mientras de la villa de Huelva destacaron hombres como Alonso Pérez Nizardo que descubrió la Isla Trinidad, Fernán Hernández y Antonio García Ribas fueron tripulantes de la Armada de Ovando44 Juan Álvarez «El manquillo de Huelva» participó en la Conquista de México pilotando un barco con Antón de Alaminos y Esteban Rodríguez tuvo el rango de piloto mayor en la Armada de Legazpi.44
Además, entre los evangelizadores de los nuevos pueblos descubiertos de América también hubo onubenses como fray Juan Izquierdo, fray Andrés de Moguer, fray Juan de Palos o fray Antonio de Olivares.
Evolución de los señoríos onubenses
Señorío y realengo en el Reino de Sevilla según las Respuestas Generales del Catastro de Ensenada. El mapa incluye la actual provincia de Huelva.
Tras la reconquista de la actual provincia de Huelva, la división político-nobiliaria se hace en realengos, que no siempre mantuvieron su condición, en su parte norte y en señoríos que terminaron ganando importancia más adelante en su parte sur. La zona norte fue conquistada por los portugueses, mientras que el Reino de Niebla en 1262, en tiempos de Alfonso X, pasó a manos castellanas. De su antiguo reino se formó un poderoso concejo que ejerció sobre sus aldeas un importante control. Comenzaron desde ese momento dos procesos en el Campo de Andévalo, uno repoblador y otro de señorialización. Éste último se llevó a cabo entre 1266 y 1369.45
El régimen señorial en la Sierra
En torno a la primera mitad del siglo XIII, las poblaciones más occidentales de Sierra Morena fueron reconquistadas por las incursiones de órdenes militares portuguesas, durante el reinado de don Sancho II de Portugal, sin culminar con la repoblación. Se construyeron desde el primer momento fortificaciones a lo largo de toda la frontera con Portugal debido a las continuas escaramuzas y se pobló con asturleoneses y gallegos. Esta línea se basó en la existencia de una serie de fortificaciones intercomunicadas visualmente mediante señales con antorchas. Sancho IV el Bravo, a petición de las autoridades hispalenses, concedió el privilegio a varios pueblos de la sierra para la construcción de fortalezas, que resguardaron y frenaron los continuos ataques del país vecino. Se construyeron el Castillo de Santa Olalla, junto con el de Cumbres Mayores, Fregenal de la Sierra y se reconstruyó el de Aroche.
En 1279, durante el reinado de Alfonso X, Almonaster la Real junto con Zalamea la Real fueron donadas a la mitra arzobispal de Sevilla a cambio de La Puebla de Cazalla, merced confirmada por Sancho IV en 1286. Habría que pensar que fue por motivos de «unión geográfica y la vocación populacionista» la causa de este trueque, al ser Almonaster y Zalamea extremos pero no fronterizos con Portugal.46 A finales del siglo XIII el rey Sancho IV comenzó la repoblación de esta zona con astur-leoneses y gallegos como fue el caso de Los Marines, que hasta mediados del siglo XVII, fue tierra de realengo del Concejo de Aracena en el reino de Sevilla. Hacia 1640, pasó a jurisdicción señorial tras la donación hecha por Felipe IV al Conde Duque de Olivares, don Gaspar de Guzmán, para pagar los servicios prestados en la batalla de Fuenterrabía. Después de la muerte del Conde Duque en 1645, el Señorío pasa al Conde de Altamira y Marqués de Astorga, que se intitula Príncipe de Aracena hasta 1812. Aracena continuó, durante la Baja Edad Media y Edad Moderna, como Real Priorato durante el siglo XIV y como Señorío bajo la jurisdicción del Conde Duque de Olivares en el siglo XVII, y más tarde del conde de Altamira, quien se intitula, como se ha indicado previamente, Príncipe de Aracena.47
En 1333, el Concejo de Sevilla pretendió crear cerca de la villa de Los Marines, otra denominada Valencia, segregando para ello una parte del término e impidiendo la entrada en el mismo a los vecinos de Almonaster que no quisiesen poblar el nuevo lugar, lo cual motivó el despoblamiento de ésta. Sin embargo, el proyecto no llegó a consolidarse y la nueva población desapareció. A finales del siglo XVI Felipe II, para paliar su bancarrota económica, pide autorización para enajenar bienes patrimoniales de la Iglesia. Así, en 1579, el papa Gregorio XIII le concede una bula por la que las villas de Almonaster, Zalamea y otras se incorporan a la Corona. Felipe II cedió sus derechos sobre la villa a Nicolás de Grinaldo, príncipe de Salerno, por unas deudas contraídas con la Corona, que a su vez intentó vender su jurisdicción al Marqués de la Algaba, pero los vecinos interceden ante el rey para que la villa permaneciese de realengo, sufragando sus habitantes lo solicitado por éste. El 10 de mayo de 1583, Almonaster quedó de realengo, formando parte del antiguo Reino de Sevilla y añadiendo la Real a su topónimo. Entre los siglos XVII y XVIII la actividad de la población se basa en la agricultura, ganadería y en tareas forestales, como la producción de carbón y ciscos vegetales. El crecimiento demográfico producido a partir del siglo XVIII, obliga a sus vecinos a roturar nuevas tierras de labor en un término con escasos terrenos fértiles para ello, por lo que entran en numerosos litigios y conflictos de deslindes con las poblaciones colindantes. A mediados del siglo XVIII, Almonaster vuelve a perder su jurisdicción y también los propios, y pasa a ser villa de señorío, perteneciendo a don Gregorio del Valle Clavijo, conde de Villa Santa Ana. Vuelve a recobrar su jurisdicción en 1792, tras un largo pleito con el citado conde y haber depositado 22.000 ducados en las arcas de la Corona.48
Marquesado de Gibraleón
En 1306 don Alfonso de la Cerda, nieto del rey Alfonso X «el Sabio», recibió el señorío de Gibraleón como parte de las compensaciones establecidas por renunciar a sus derechos al trono. Surgía así uno de los señoríos más antiguos e importantes del territorio onubense, objeto de disputas y ambiciones nobiliarias. Su nieta María de la Cerda, contrajo nupcias con Pedro Núñez de Guzmán, señor de Brizuela y Manzanedo. Su tataranieta, Isabel Núñez de Guzmán, señora de Gibraleón, contrajo matrimonio con Pedro de Zúñiga, I Conde de Ledesma, matrimonio del que nació Álvaro de Zúñiga, I Duque de Béjar, cuyo hijo Pedro de Zúñiga y Manrique, por casamiento con la IV Señora de Ayamonte, tuvo a Álvaro de Zúñiga y Guzmán, a quien Carlos I concedió en 1526 el Marquesado de Gibraleón, hermano del I Marqués de Ayamonte. Éste murió sin descendencia legítima por lo que el Marquesado de Gibraleón pasó a su sobrina Teresa de Zúñiga Guzmán y Manrique, III Duquesa de Béjar, quien reunió en su persona ambos marquesados, para luego separarlos de nuevo concediéndolos a dos de hijos. Posteriormente, al morir sin sucesión el XIII Marqués de Ayamonte, el título recaería en la Casa de Arcos, que por matrimonio pasaría a la Casa de Osuna. Con la extinción de esta última, el marquesado pasó a la XVI Duquesa de Béjar, bisnieta del IX Duque de Osuna, casada con Luis Manuel Roca de Togores, I Marqués de Asprillas, en cuyos descendientes perdura el marquesado.
El carácter fronterizo de las tierras del marquesado, el tránsito de personas y mercancías por el Camino de la Raya y las tensiones con los señoríos vecinos explican en buena medida la existencia de un interesantísimo conjunto de fortificaciones medievales. Algunas de ellas aprovechan emplazamientos existentes en época islámica; aunque son mayoría las que se construyen por iniciativa de los distintos señores entre los siglos XIV y XV. A ello hay que añadir, en los siglos siguientes, la construcción de las torres de almenara en la costa y las reformas sufridas por los antiguos castillos a raíz de las guerras con Portugal.49
Al marquesado pertenecieron además de Gibraleón, Cartaya, San Bartolomé de la Torre, Villanueva de los Castillejos, El Almendro, Sanlúcar de Guadiana, El Granado y lo que entonces era Aldea de Trigueros. Gibraleón tomó parte activa en el descubrimiento de América contribuyendo con hombres y dinero.50
Marquesado de Ayamonte
Gaspar Pérez de Guzmán y Sandoval, IX duque de Medina Sidonia, responsable de la caída del VI marqués de Ayamonte.
A finales del siglo XIII Alonso Pérez de Guzmán, conocido como «Guzmán el Bueno», fundador de la Casa de Medina-Sidonia, compró Ayamonte juntamente con Lepe y La Redondela (en conjunto con una compra de olivares por todo el Aljarafe). Dentro del mismo linaje, el Señorío de Ayamonte fue ostentado por primera vez por Juan Alfonso Pérez de Guzmán y Osorio, I Conde de Niebla. Con Teresa de Guzmán, hija del I Duque de Medina-Sidonia y IV Señora de Ayamonte, el señorío pasó definitivamente a una rama menor de la Casa de Medina-Sidonia, conocida con el tiempo como Casa de Ayamonte. Su esposo, Pedro de Zúñiga y Manrique, hijo del I Duque de Béjar, recibió el título de Conde de Ayamonte en 1485 de manos de la reina Isabel I de Castilla. En 1521 Carlos I elevó el condado a la dignidad de Marquesado.51
En el año 1641, Don Francisco Manuel Silvestre de Guzmán y Zúñiga, sexto marqués de Ayamonte, y tras interceptar una carta entre el ducado de Medina Sidonia y el marquesado de Ayamonte junto con informes provenientes del recientemente independizado reino de Portugal, alertando de la inminencia del levantamiento andaluz, confirman las sospechas de Madrid sobre las intenciones de secesión de Andalucía surgidas tras la pasividad del duque de Medina Sidonia en la defensa de la frontera con Portugal. Al descubrirse el plan, el duque de Medina Sidonia, Gaspar Pérez de Guzmán y Sandoval, traicionó a su primo pactando con el rey Felipe IV y acusando a éste de traición, lo cual conduce al Marqués de Ayamonte a un procedimiento judicial y a la decapitación en el alcázar de Segovia en el año 1648.
Por la misma época en el marquesado y tras los incidentes para abolir la secesión, la actividad económica pesquera no de subsistencia entra con fuerza ya en los albores del siglo XVIII, de mano de mercaderes levantinos que venían a las costas occidentales de la provincia para, por medio de la salazón, transportar grandes cantidades de pescado (principalmente la sardina) a sus puertos de origen evitando el deterioro del alimento. Estos comerciantes acabaron asentándose y añadiendo riqueza a la región con su trabajo, fundamentalmente tras el terremoto de Lisboa en 1755, que originó grandes estragos en toda la costa, incluido el desplome de la torre almenara de la Higuera, en Matalascañas.
Tras el terremoto, la provincia contó con nuevas tierras o, al menos, con un contorno de costa diferente. Surgen los núcleos de Punta del Caimán, La Higuerita (Isla Cristina), Punta del Moral y otros, desperdigados entre lo que hoy es la playa Central de Isla Cristina y las proximidades de Urbasur.
Disputas por estos nuevos territorios nacidos como consecuencia del terremoto de Lisboa de 1755, tras el cual nace Isla Cristina (La Higuerita o Real Isla de La Higuerita en el siglo XVIII y principios del XIX) en esta costa occidental hacen necesaria la intervención de la Marina, ya que la corona tiene plena potestad sobre las islas del reino y no están sujetas a derechos de señoríos.
Ya en el siglo XIX y como consecuencia de la llegada de los franceses a España a principios de siglo, se crea en Sevilla la Junta Suprema Nacional, debido al desconcierto que reinaba entonces. A medida que los franceses avanzan, esta Junta sale de Sevilla y se establece en Ayamonte, denominándose Junta Suprema de Sevilla en Ayamonte. Aún hoy se conserva en la barriada de Canela en Ayamonte un vestigio arquitectónico, la ermita de Nuestra Señora del Carmen, donde se estableció la Junta y donde se imprimió la Gaceta de Ayamonte, boletín oficial del gobierno en el exilio que más tarde, al trasladarse la Junta a Madrid debido a la derrota de los franceses, se denominaría la Gaceta de Madrid.
Debido a la desmembración del Marquesado de Ayamonte tras la nueva ordenación territorial de España, al ser abolidos los señoríos jurisdiccionales, se forman los municipios de Ayamonte, Lepe, La Redondela, San Silvestre de Guzmán (establecido gracias a una Carta Puebla de 1595) y Villablanca.52 53 Asimismo se creó un nuevo municipio, el de la Real Isla de la Higuerita en 1833 quedando con su nombre actual al año siguiente y absorbiendo al municipio de La Redondela en 1877.54
En la actualidad, el título de marqués de Ayamonte, junto con el de «Grandeza de España», lo ostenta Doña Pilar-Paloma de Casanova y Barón (hija de D. Baltasar de Casanova y de Ferrer, y de Doña María Dolores Barón y Osorio de Moscoso, Duques de Maqueda, Marqueses de Montemayor, y del Águila, Barones de Liñola, Condes de Valhermoso y Monteagudo de Mendoza), casada con D. Francisco José López de Becerra de Solé y Martín de Vargas. Doña Pilar-Paloma de Casanova y Barón ostenta los títulos de XXI Marquesa de Ayamonte, XXVI Condesa de Cabra, Marquesa de la Villa de San Román, «Grande de España», entre otros.
Condado de Niebla
El último de los reyes islámicos de la historia de Niebla sería Ibn-Mahfoh, quien para evitar su conquista prestó vasallaje a Fernando III el Santo. Alfonso X la reconquistó definitivamente en 1262, recibiendo el mismo fuero que Sevilla. El asedio no fue fácil ni para los sitiadores ni para los moradores islámicos ya que, por la importancia de las defensas de la ciudad, éste duró nueve meses y medio, teniendo que rendirse la población por hambre. Las crónicas del momento cuentan que desde las murallas arrojaban piedras y dardos con artificios y tiros de trueno con fuego, lo cual ha sido puesto en relación con el primer uso de la pólvora en España. También, en la toma de la ciudad, apareció una invasión de moscas que, al cebarse especialmente en los sitiadores, estuvo a punto de hacerles levantar el sitio. Además, cuentan que Ibn-Mahfoh, para demostrar que el sitio era inútil por hambre, trató de engañar al ejército cristiano enviándoles un buey cebado, tal vez el último que quedaba intramuros. Por ello, la puerta más occidental, por donde debió salir el animal, se le denomina «del buey».
En 1369, después de otros intentos fallidos, el rey Enrique II entregó la ciudad al desde entonces, Conde de Niebla Juan Alonso Pérez de Guzmán, finalizando el periodo en que ésta había sido regida como concejo y disfrutó de nuevo fuero real. Esto conlleva la confirmación de todos los cargos y oficios del concejo rubiato y un fuerte control fiscal sobre sus vecinos. Casi un siglo después (en 1445), el Conde de Niebla recibe una nueva distinción convirtiéndose en Duque de Medina Sidonia.
En el siglo XV, el IV Conde de Niebla inició una política de reconstrucción de la ciudad muy activa, en la que se ordenó incluir elementos visibles en las iglesias de San Martín y Santa María y, especialmente, la obra del alcázar, derribando para ello la mayor parte de los restos todavía existentes de la alcazaba islámica anterior. El terremoto de Lisboa de 1755 afectó seriamente al patrimonio arquitectónico de esta ciudad.55
Durante el siglo XVI el campo de Andévalo dedicaba buena parte de su espacio a la ganadería, especialmente al belloteo. En el padrón de 1534 se estima la población de todos los señoríos de los duques de Medina Sidonia en 9.686 vecinos, unas 50.000 personas. Niebla contaba con 403 vecinos (unos 2.015 habitantes).
En 1508 tuvo lugar el Saqueo de Niebla por parte de las tropas y mercenarios del rey Fernando el Católico. En ese momento histórico gran parte de la zona pertenecían al niño Enrique de Guzmán, duque de Medina-Sidonia. Tutelado éste por don Pedro Girón diferentes razones políticas hicieron que el rey reclamase a los alcaides del ducado la entrega inmediata de los castillos a la corona. Todos los alcaides obedecieron a excepción del de Niebla, don Rodrígo Mexia que mantuvo obediencia al duque. Fernando el Católico ordenó el asalto de la ciudad a cargo de más de mil quinientos hombres formados por las tropas del Alférez Mercado56 y por grupos de mercenarios europeos. El asalto nunca se llevó a cabo porque Pedro Girón capituló, pero el saqueo al que las tropas sometieron luego Niebla fue terrible dando muerte a gran parte de la población.57
Historia Moderna
Este periodo, que comprende los poco más de 300 años que van desde el descubrimiento de América hasta la invasión napoleónica, tiene como principal característica el desarrollo de un conjunto de ciudades medias gracias a una mejora de la economía regional como consecuencia de las relaciones con el Nuevo Mundo. En este sentido, Palos de la Frontera, Moguer y Lepe fueron los núcleos de los que principalmente salieron indianos, algunos de los cuales regresaban y generaban toda una actividad económica a su alrededor: construcción de casas-palacio (Casa Grande de Ayamonte, hacia 1660), desarrollo industrial (molino de mareas de Isla Cristina, siglo XVIII), etc.58
Se incluye en este periodo un nuevo incentivo económico para la provincia, con el inicio de exportaciones a grandes distancias, como la de productos pesqueros a la zona de levante, hasta Barcelona, a veces incluso hasta el sur de Francia, desde las colonias pesqueras junto a la ría Carreras (aunque en principio generaban pocas ventajas económicas en la zona, a la larga se convirtieron en focos de riqueza regional),54 o productos agropecuarios, como la exportación de higos desde la villa de La Redondela, a través de Lepe, hasta Londres, según fuentes británicas.59 Sin embargo, el litoral aún es una zona expuesta en el siglo XVI, en el que el propio Carlos I, para contribuir a su defensa, había restaurado las atalayas defensivas de la antigua Al-Andalus en la zona, (Torre Canela en Ayamonte, Torre del Catalán en Lepe o la de Matalascañas, derribada por el terremoto de 1755).

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